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Orihuela, Alicante, Spain

18.1.16

Salpicaduras





Joaquín Marín



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Las huellas de otras carnes



..mueren las tardes de invierno como los poetas, a solas, y el viento transporta su memoria allá, a las rocas en las que nadie nunca ha puesto sus plantas... primero, la tarde se reclina sobre las huellas de otras carnes que se precipitaron al olvido; luego, las sombras caen oblicuas y letales sobre su espalda, y hacen estériles los últimos latidos de los relojes...después, nada...

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Pétalos libres






…sin prisas, fue deshojando sus pétalos de oro fresco: gloria   voz   rima   laberinto   beso   carne   cielo   piel   sueño   luz   abismo   cima   grito   sombra   paz   pecho   agua…  Sí… y los pétalos libres anidaron en sus ojos… 

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14.1.16

Tú nada más...




Joaquín Marín
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Las bóvedas oscuras




..te recuerdo rubia, y fina, con cara de niña, con esos ojos azules que aún no habían oscurecido, que no habían descubierto la vida más allá de la infancia, las bóvedas oscuras... tus cortos rizos, aquella cadencia tuya al caminar por las orillas de los falsos mares, de los mares verdes poblados de frutas... y recuerdo aquella noche de agosto, cuando confundimos las espumas y las estrellas, las olas y los surcos, las luciérnagas con los trenes nebulosos que horadaban el horizonte... y tu corona de buganvillas, un poco más arriba de tu sonrisa... por dónde andarás... sólo queda tu sombra... y un último tren.

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Soledad de arena








…a menudo paso por la vereda, junto a la que fuera su casa, tía Amparo, y veo que la sombra de las moreras también son alargadas, lo son… olvidamos a las personas, y olvidamos esos árboles bajo los cuales aquéllas se cobijaron… he visto esta mañana, paseando por su senda, tía Amparo, que las hojas desertan, que las llamas débiles del sol tuercen su hastío… cuán lejano ya todo… hacía usted un dulce de tomate… cuán lejano él también… “llévale este tarro a tu madre, Joaquinico”… es su casa hoy, ahora, soledad de arena; y si acaso quedara algo de aquel hogar, de aquellos leños de almendros que caldeaban los inviernos de entonces, tía Amparo, sería ya en todo caso amor que yace en pasado, y sólo arde en sueños…

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El mastín gigante




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..volvíamos una tarde del instituto por entre los alcasiles del tío Torres, y recuerdo que me preguntaste paqué pijos servían los logaritmos neperianos, y yo me eché a reír... tú mirabas a la sierra y no veías la sierra, veías un enorme animal echado en tierra, una especie de mastín gigante guardando el ganado; y veías redondas lunas en los naranjos, y caballitos de mar en los partiores, y sirenas en el azarbe... yo me sabía los cuarenta reyes godos, y la capital de Abisinia, tú no; pero tú conocías sien espesies de pajaricos y sabías hacer ensaladas de lisones... por eso te admiraba, y te sigo admirando... pa lo que m'han servío en la vida a mí los cuarenta reyes esos...




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…me enseñaste a mirar la sierra, a besarla, y a amasar mis brazos con las corregüelas y las escarchas del bancal; a querer la tierra que aguarda con los labios tendidos, semiabiertos; y aún más la que se desgaja y se declara pródiga… recuerdo tu voz, tu boina, tus manos nervudas y el sudor esculpiendo tu cara con sus cinceles de sal… sí, recuerdo todo lo que me enseñaste, lo que aprendí de ti sin necesidad de pronunciar palabra alguna…



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Baila la luz sin prisas








...aquí aún se escucha el susurro lento de las horas, y se aleja de toda bruma el espíritu; aquí aún cae sobre tu regazo la tarde en paz, como alma bendita, y se puebla tu soledad humana de recuerdos, de rumor de escorrentía y olor a tierra estrujada, abierta en canal, pariendo... y baila la luz sin prisas, sobre tu pecho...





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La hoja amarillenta






***vacía, no pintada; vacía está tu casa***

...tu casa, Manolín, vacía de aquellas infantiles arras, sin la seda cobriza de la acequia en los atardeceres; sin los trémulos silencios o las agujas de los grillos; sin los ayes de tanta vida y tantas muertes; sin la hoja amarillenta de la morera, que cae, y huye, y ya no regresa... vacías las cuencas de su fachada, amigo, por donde nos asomábamos al oleaje verde de nuestra adolescencia...


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Más allá del sendero



…me contaste que un día tu abuelo, el tío Tayo, llevándote de la mano por esta vereda, te hizo una promesa: “tú no hocicarás por estos bancales, te lo digo yo…” y te señaló el horizonte, y te diseñó un mañana más allá del sendero, de los naranjos y de las rabanizas; te aseguró que bajo el cielo vasto había otros mundos en los que los inviernos se convertían en primaveras sin padecer; y luces nuevas, y hojas nacientes atravesando la "boria"; y música celestial escondida entre los aires… entonces tú no entendías sus palabras, ni aquel frío duro en su mirada… Eras un ajico porro todavía. 

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Esa sed oscura



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..te nutres a menudo de silencios y soledades, y crece en ti esa sed oscura, de fuerte ruina, de golondrina que cruza un desierto inabarcable... y sueñas entonces con su boca, con esos labios que parecen un corazón húmedo, a flor de encía; ese acueducto que trasiega el agua que anhelas, que deshace las dunas de tu alma en pena...

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Preludio




...te asomas a la ventana y descubres una mañana lenta, "una paquiderma pesada", piensas mientras sorbes el preludio de tu primer capuchino. Sin azúcar...

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Lecciones







... En la escuela, el maestro me enseñó a leer, escribir y las cuatro reglas... Y en la huerta, el abuelo, el tío Pascual, el tío Rate, la señá Concha y tantos otros, me enseñaron a mirar a lo alto, a descifrar los vientos, las nubes, las yemas de los frutales, y los surcos con olor a madre generosa... Y las veredas por las que había transitado años antes Miguel, el poeta pastor...



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