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Heridas de luz se batían en retirada las nubes, deshilachadas, rendidas cansadas... Un viento suave mecía los pinos, arrancando de sus ramas quejidos sordos. La atardecida de primeros de septiembre jugaba a vestirse de otoño, con ropajes y aderezos prestados para la ocasión.
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Joaquín Marín
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